Quiero reir...

Sólo mirando por la ventana, puedo sentir el frío que se apodera de las calles, de la gente. Se me congela la mirada entre la niebla mientras consumo minutos pensando y pensando. Y recuerdo una historia...
Una historia de una familia, que un día 18 de Noviembre de hace 8 años, se terminó de romper como un cristal frágil que cae al suelo.Y aquel hombre, que no sabia lo que eran ni los besos ni los te quieros, al que le vino grande la familia y la paternidad, se marchó, con un portazo, un adios, y una maleta.
Una niña de 18 años confundida, llena de odio y dolor, un niño de 15 años, odiando, sufriendo en silencio,y una madre de 39, con el futuro partido,se quedaron perdidos, en la calle, sin casa, sin saber que iba a ser de ellos.
Habían llevado una vida muy comoda, y ese día todo cambió. El cielo se volvió negro, la vida cambió de color, el miedo protagonizó sus vidas. Pasaron días dificiles, meses en los que no encontraron fuerza en ninguna parte. (Me contaron cosas de esta parte de la historia que no quiero recordar.)
Pero un día se levantarón, se dieron cuenta de que luchando, conseguirián llenar su vida de colores, eso si, esta vez de colores de verdad, de los que se sienten, no de los que se compran, dejaron atrás los miedos, los gritos, los daños, los rencores,y lucharon.
A pesar de pasarlo mal, salieron adelante, con el empuje de familia y amigos, aprendiendo muchas cosas de los malos momentos, que a pesar de ser muy duros, son los que más enseñan.
Y recordando esta historia, pienso que no quiero pensar, que quiero vivir, reir, soñar, y no quiero llorar más, ni por recuerdos, ni por miedos, ni por inseguridades, sólo por alegrias...
Y pienso en dejar de ser tan sensible, en tomarme una pastilla que me ayude a ser menos frágil,en tomar un jarabe que difumine mi memoria, para no tener tan presente algunas fechas, algunas lagrimas, algunas palabras y algunas traiciones, y en buscar alguna vacuna que mate este virus que me llena de miedo.