Ummm Portugal....
Vuelve la rutina...después de haber pasado una semana muy especial en tierras Portuguesas. Me ha encantado el viaje, necesitaba alejarme de este ruidoso Madrid, pasear de su mano descubriendo sitios increibles, volver a sentirle cerca, y disfrutar de la melancolia de Lisboa.
Era la segunda vez y media que estaba alli, la segunda vez en este año, y he de confesar que no me canso de pasear por sus calles, que me encantan los desconchones de melancolia de sus fachadas, la vista desde sus miradores, el color que desprende, su calor...Ya su entrada es espectacular, con ese puente que me fascinaba mirar, y que ahora añoro cada mañana. Hay tantos rincones en los que buscar calor en lisboa...
Mis vacaciones comenzaron un poco más preocupada de lo que me hubiese gustado debido a un inesperado robo de la banda sonora de algunos de mis mejores momentos en mi coche, pero ese es otro tema, en pocas horas sus manos, sus sonrisas, Lisboa, el mar , y la calma, hicieron que olvidase rapidamente cualquier mal estar interior.
Parecía que la semana daría para mucho, pero la semana pasó mucho más rapido de lo que yo podría esperar.
Nuestro primer día por tierras Lusas lo dedicamos Al castelo de San Jorge, en el mágico barrio de Alfama, desde donde se puede disfrutar de una vista increible de la ciudad. Allí nuestra pequeña familia creció, y compramos un gatito precioso, que esta vez hemos decidido dar en adopcion a unas encantadoras cuidadoras.
El segundo día, nos alejamos de Lisboa, fuimos con ilusión a Peniche, un pueblecito costero desde el que salen barcos a una pequeña isla que por lo que leimos debía ser preciosa, pero...se había terminado la temporada de verano, a si que ya no había barcos. Continuamos con la visita, y nos perdimos en la calles llenas de color de Óbidos, un pueblecito precioso, pequeño, de calles blancas con fachadas llenas de flores. Increible, de verdad.
El martes relax, costa Caparica y su mirador. Después paseo noscturno por las pequeñas calles del barrio Alto de Lisboa, que me parecio muy magico, lleno de sitios acogedores, fados y todo tipo de restaurantes. Me faltan las palabras para explicar el encanto de aquel lugar, y de Lisboa en general. Esos tranvias...que parecen cansados pero recorren las calles llenos de vida.
El Jueves Sintra, desde que conocí aquel pueblo con 10 años me encantó. En enero, sólo pudimos ver el Castillo, y esta vez, optamos por el Palacio y el parque Da pena. Aquel parque, que parece sacado de un cuento, donde sólo faltan las hadas y los duendes...y el castillo, lleno de color en la colina más alta de las montañas de Sintra, llenaro de Luz nuestro día. Nos perdimos por el parque y confieso que pasé un poco de miedo, ya que aquello, parecía otro mundo. Había tanta paz...
Por la tarde, nos escapamos hasta Cabo da Roca, a disfrutar juntos de uno de los atardeceres más bonitos que he visto.
Y con la magia en las retinas, nos fuimos a nuestro apartamentito frente al mar. El día siguiente sería nuestro último día, a si que queriamos disfrutar de Lisboa hatsa la próxima vez. El día no nos acompaño y nos mojo la visita, haciendo que la despedida se calase de melancolia.
El sábado vuelta a Madrid, con un viaje más mojado todavía,con la maleta llena de recuerdos, de momentos, de miradas, de abrazos y de sonrisas.
De Lisboa le traje un ralito a Wweeggee, que por cierto, tiene un relato precioso sobre Lisboa si alguien lo quiere visitar. Aqui está tu motocarro favorito, que me dijo que se acordaba mucho de ti, y de lo bien que lo pasó contigo a sus lomos!!!

Y poco ó mucho más de este viaje, de momento, me voy a soñar con mis vacaciones, y con aquellos días que ya tanto hecho de menos...