miércoles, diciembre 01, 2004

Miercoles

El otoño se ha empeñado en cubrirme el alma de hojas secas, y el aire se empeña en traer a mi vida todo tipo de virus. Pero yo no me rindo, y aunque algunos días me llene de apatía, de lagrimas y de desgana, y mi corazon baje hasta lo mas profundo en la montaña rusa, siempre le queda fuerza para subir, y poder volar, y volver a soñar...

Miré a las estrellas, y eso me dió mucha paz, ellas me contaron que el tiempo curará esta herida, y con el paso de los días todo veré mas claridad en cada amanecer, a si que yo, me cargo de paciencia, porque ellas siempre fueron muy sabias dando consejos.

Además soy muy afortunada por tener tantas manos en el camino que jamás me dejan perderme, que me guian, me escuchan, y nunca me falta un abrazo cuando más lo necesito.

Ayer, desde la butaca de mi abuelo, miré, con sus ojos en mi alma por la ventana, le sentía tan cercano... Escuchaba su voz, y sentía muy dentro, como si nunca se hubiese marchado. Me falta su sonrisa, esa de la que yo siempre fuí tan dependiente. Pobriño, tan friolero y alli sólo, daría mi vida por darle un abrazo que le llenase de calor. Sigo necesitandole tanto...

Cualquiera que me lea pensará que este texto es un poco raro, pero decidí hablar de casi todo lo que pasaba por mi cabeza. Pensamientos y sentimientos de un miercoles cualquiera...