Mi amiga

Tengo una amiga, que esta un poco asustada por la llegada del invierno. Ni su gorrito de lana logrará protegerla de la tormenta de nostalgia que se avecina, y lo único que quiere, es meterse bajo el edredón de su cama, incluso tapando su cara para evitar ese frío que tan poco le gusta a su nariz, esa nariz que se empeña en recordar el olor de otras camas, el olor de otros momentos que se perdieron en algún vacío.
Por su vida pasan instantes raros, difíciles, con problemas en el trabajo, y problemas de seguridad. Ella siente que es atrapada por un espiral del que no sabe como escapar. Se pone las lentillas de la serenidad e intenta ver el mundo con otros ojos, de otros colores, pero la situación es difícil, incomoda y sólo se apodera de sus pupilas la oscuridad.
Quiere que pasen los días, que se esfume el olor a navidad que desprenden las calles, la hipocresía de la gente, las ganas de consumir a ciegas, y sobre todo, quiere que pasen los días, porque este año, la navidad le huele más que nunca a ausencias. Tiene miedo, vértigo ante esos días que alguien señaló en un calendario, el sol, la luna y las estrellas, pesan mucho en su espalda cansada.
Dice que en estos días, las pocas ganas que puede tener son las únicas que le dan los abrazos, pero abrazos de verdad, de esos que llegan al alma, porque se dan con brazos de sinceridad. Que se mira en el espejo y le falta seguridad, no encuentra a quien pensaba encontrar, y no es quien algunos días soñó ser.
Yo me empeño en ayudarla, en hacerle ver todo con una sonrisa, intento relajar su mente, pero ella sólo dice que siente que se pierde...